• En la actualidad, las variantes están ganando la carrera contra las vacunas debido a la inequidad en su producción y distribución, lo que también pone en peligro la recuperación económica mundial. 
  • He pedido en repetidas ocasiones que el 10% de las personas de todos los países estén vacunadas para septiembre y que esa cifra aumente al 40% para finales de año. Esto situaría al mundo en la senda de la vacunación del 70% de la población de todos los países para mediados de 2022.   
  • Hago un llamamiento a los ministros de finanzas del G20 y a otros líderes para que apoyen estos objetivos de forma colectiva, porque es la forma más rápida de acabar con la fase aguda de la pandemia, salvar vidas y medios de subsistencia e impulsar una verdadera recuperación económica mundial.  
  • En la actualidad, los antagonistas de los receptores de la interleucina 6 (IL-6) siguen siendo inaccesibles e inasequibles para la mayoría del mundo, pero está en manos de los gobiernos y los fabricantes cambiar esta situación. De cara al futuro, es fundamental que la rama terapéutica del Acelerador ACT esté totalmente financiada con el fin de que la investigación y el desarrollo posibiliten descubrir más medicamentos que salven vidas para la prevención y el tratamiento de la COVID-19.
  • Mañana me uniré a Su Majestad la Reina Matilde de los Belgas, junto con el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, la Directora Ejecutiva del UNICEF, Henrietta Fore, y otros líderes para debatir el impacto de la violencia en la salud mental de los niños. Además de intentar acelerar el fin de esta pandemia, dar a los niños el apoyo que necesitan debe ser una prioridad absoluta cuando salgamos de ella. 
  • Por último, estamos conmocionados por las trágicas noticias procedentes de Haití y queremos transmitir nuestro más sentido pésame por el fallecimiento del Presidente de Haití, Jovenal Moïse. 

Buenos días, buenas tardes y buenas noches:                  

El mundo se encuentra en un punto peligroso en esta pandemia.

Acabamos de superar el trágico hito de 4 millones de muertes registradas por COVID-19, cifra que probablemente subestima el número total de víctimas.

Algunos países con una alta cobertura de vacunación están planeando ahora poner vacunas de refuerzo en los próximos meses y están abandonando las medidas sociales de salud pública y relajándose como si la pandemia ya hubiera terminado.

Sin embargo, demasiados países de todas las regiones del mundo están experimentando fuertes picos de casos y hospitalizaciones, lo que se ve agravado por la rápida evolución de las variantes y la escandalosa falta de equidad en la vacunación.

Esto está provocando una aguda escasez de oxígeno y de tratamientos e impulsando una ola de muertes en partes de África, Asia y América Latina.

El nacionalismo vacunal, con arreglo al cual un puñado de naciones se han llevado la mejor parte, es moralmente indefendible y una estrategia de salud pública ineficaz contra un virus respiratorio que está mutando rápidamente y que cada vez se transmite con más eficacia de persona a persona.

A estas alturas de la pandemia, el hecho de que millones de trabajadores de la salud y asistenciales aún no hayan sido vacunados es abominable.

En la actualidad, las variantes están ganando la carrera contra las vacunas debido a la inequidad en su producción y distribución, lo que también pone en peligro la recuperación económica mundial. 

No tenía que ser así y no tiene que ser así en el futuro.

Desde un punto de vista moral, epidemiológico o económico, ahora es el momento de que el mundo se una para hacer frente a esta pandemia de forma colectiva.

A finales de esta semana se reunirán los ministros de finanzas y los gobernadores de los bancos centrales del G20.

Esta es otra oportunidad crucial para que los líderes tomen medidas urgentes con el fin de acabar con la fase aguda de esta pandemia y proporcionen la financiación necesaria para ampliar la fabricación y distribución equitativas de las herramientas sanitarias.

He pedido en repetidas ocasiones que el 10% de las personas de todos los países estén vacunadas para septiembre y que esa cifra aumente al 40% para finales de año.

Esto situaría al mundo en la senda de la vacunación del 70% de la población de todos los países para mediados de 2022.   

Hago un llamamiento a los ministros de finanzas del G20 y a otros líderes para que apoyen estos objetivos de forma colectiva, porque es la forma más rápida de acabar con la fase aguda de la pandemia, salvar vidas y medios de subsistencia e impulsar una verdadera recuperación económica mundial.  

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Estamos haciendo grandes avances científicos en ensayos mundiales, pero el impacto es limitado si no los compartimos equitativamente.

No es caridad, es la mejor manera de acabar con la fase aguda de esta pandemia, frenar las variantes del virus e impulsar una recuperación económica mundial.

Ayer mismo recomendamos el uso de antagonistas de los receptores de la interleucina 6 (IL-6), un tipo de anticuerpo monoclonal, en pacientes con COVID-19 grave o crítica.

Este tratamiento, junto con los corticosteroides, se recomienda vivamente para los pacientes con enfermedad grave o crítica.

Esto sigue a la publicación un nuevo análisis exhaustivo de 27 ensayos aleatorizados con casi 11 000 pacientes, en el que se descubrió que el tratamiento de los pacientes de COVID-19 hospitalizados con antagonistas de los receptores de la interleucina 6 (IL-6) reduce el riesgo de muerte y la necesidad de ventilación mecánica.

El estudio fue coordinado por la OMS, y es un ejemplo excepcional de colaboración entre ensayistas y metodólogos que permitió reunir de forma transparente pruebas de alta calidad de todo el mundo, analizarlas y elaborar recomendaciones oportunas.

El ensayo demostró que el uso de antagonistas de los receptores de la IL-6 en enfermos graves tenía como efecto reducir la mortalidad (aproximadamente 28 muertes menos por cada 1000 pacientes).

El tratamiento también permite reducir en un 28% el riesgo de que los pacientes graves y en estado crítico precisen ventilación mecánica, en comparación con la atención estándar.

Así pues, junto con los corticosteroides, estos fármacos ayudan a que no haya tantas muertes como casos salvando más vidas y evitando que las personas con COVID-19 desarrollen una enfermedad aún más grave.

También quiero dejar constancia de mi agradecimiento por la colaboración mundial entre los investigadores internacionales y los pacientes que aceptaron formar parte de los ensayos.

Sin embargo, al igual que con las vacunas y otras herramientas sanitarias, este innovador tratamiento solo será eficaz si podemos ampliar su fabricación y distribución de forma equitativa.

En la actualidad, los antagonistas de los receptores de la interleucina 6 (IL-6) siguen siendo inaccesibles e inasequibles para la mayoría del mundo, pero está en manos de los gobiernos y los fabricantes cambiar esta situación.

De cara al futuro, es fundamental que la rama terapéutica del Acelerador ACT esté totalmente financiada con el fin de que la investigación y el desarrollo posibiliten descubrir más medicamentos que salven vidas para la prevención y el tratamiento de la COVID-19.

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La pandemia ha sido dura para todos, pero ha sido especialmente difícil para los niños.

La pandemia de COVID-19 ha provocado que muchos más niños sufran violencia doméstica y dificultades psicosociales, lo que se ha visto agravado por la interrupción de su educación, sus redes de apoyo y sus servicios de atención.

Sabemos que la violencia afectaba a demasiados niños antes de la pandemia. Está muy extendida y a menudo oculta a la vista del público en los hogares, las escuelas, las comunidades e internet.

Los niños expuestos a la violencia y a los traumas tienen muchas más probabilidades de desarrollar trastornos mentales, como depresión, ansiedad, estrés postraumático y trastornos de conducta y de consumo de sustancias.

También son más propensos a morir por suicidio. 

Se requiere una acción urgente para abordar los efectos en la salud mental de la violencia y los traumas sufridos durante la infancia, los cuales se han amplificado durante esta pandemia.

Mañana me uniré a Su Majestad la Reina Matilde de los Belgas, junto con el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, la Directora Ejecutiva del UNICEF, Henrietta Fore, y otros líderes para debatir el impacto de la violencia en la salud mental de los niños.

Además de intentar acelerar el fin de esta pandemia, dar a los niños el apoyo que necesitan debe ser una prioridad absoluta cuando salgamos de ella. 

Debemos ayudarles a aceptar lo que han vivido y a tener una oportunidad de un futuro más esperanzador.

Espero que se unan a nosotros.

Por último, estamos conmocionados por las trágicas noticias procedentes de Haití, y queremos transmitir nuestro más sentido pésame por el fallecimiento del Presidente de Haití, Jovenal Moïse.

Expresamos nuestras condolencias a su familia y a todo el pueblo de Haití en este terrible momento.

Tarik, le devuelvo la palabra.