Estimados invitados, queridos colegas y amigos: 

Hace quince meses, la OMS convocó el primer Foro Mundial de Investigación e Innovación tras el brote de enfermedad por SARS-CoV-2. 

Reunió a 500 científicos de 60 países para identificar las prioridades clave que deben abordarse en el marco de esta amenaza mundial que se está extendiendo. 

Su experiencia y previsión han resultado esenciales para dar forma a la respuesta. 

Estos objetivos incluían, entre otros, las características deseadas de medicamentos, vacunas y pruebas diagnósticas; criterios para la priorización de vacunas; y medidas de salud pública basadas en la evidencia. 

Utilizando el Plan de Acción de I+D de la OMS para la Prevención de Epidemias, miles de expertos se reunieron para abordar estos objetivos. 

La lección es clara: un enfoque ágil y colaborativo de la investigación y la innovación es esencial para responder tanto a la COVID-19 como a las epidemias y pandemias del futuro. 

En nombre de la OMS y de nuestros 194 Estados Miembros, quiero dar las gracias a todos los científicos y asociados que han colaborado con nosotros. 

También quiero dar las gracias a los cientos de miles de pacientes y voluntarios que han participado en los estudios clínicos, y a los investigadores que los han llevado a cabo. 

Las instituciones nacionales y los centros de investigación de todo el mundo han desempeñado un papel fundamental al apoyar la realización de investigaciones prioritarias. 

Juntas, estas contribuciones colectivas nos han ayudado a dar pasos sustanciales en la respuesta mundial a la COVID-19. 

Sin embargo, aún nos queda trabajo por hacer. 

A nivel mundial, la situación sigue siendo peligrosa. 

La propagación de variantes, la relajación demasiado rápida de las medidas sociales y de salud pública y la desigualdad en la vacunación están impulsando la transmisión.  

Se ha demostrado que las vacunas contra la COVID-19 reducen la enfermedad grave y la mortalidad, y los primeros resultados sugieren que también podrían reducir la transmisión. 

Sin embargo, su distribución no es equitativa, ya que los países más ricos han recibido el 83% de las vacunas, mientras que los países de ingresos medios-bajos y bajos tan solo han recibido el 17%, a pesar de albergar a casi la mitad de la población mundial. 

La OMS está trabajando intensamente para abordar esta disparidad a través del mecanismo COVAX y otras iniciativas mundiales.   

Por supuesto, es importante recordar que las vacunas no son nuestra única herramienta en respuesta a la COVID-19. 

Muchos países han demostrado que, con un uso coherente y adaptado de las medidas de salud pública de probada eficacia, este virus puede ser controlado. 

Con su ayuda, la Hoja de Ruta de Investigación e Innovación actualizada en la que trabajaremos durante los próximos dos días puede ayudarnos a trazar el final de la pandemia. 

Permítanme finalizar señalando tres prioridades clave: 

En primer lugar, al actualizar la Hoja de Ruta, tratemos de ofrecer soluciones completas que aborden el desarrollo, la evaluación y el despliegue de las herramientas desde su inicio hasta su final, priorizando tanto la equidad como la eficacia. 

En segundo lugar, debemos ampliar la colaboración entre los grupos de expertos y los asociados. 

Existe una capacidad de investigación disponible en todo el mundo que aún no se ha utilizado suficientemente en la respuesta a la pandemia, especialmente en el Sur Global. 

En tercer lugar, es fundamental mantener y seguir promoviendo los ensayos de grandes plataformas en todo el mundo.  

Gracias a todos una vez más por su compromiso y apoyo para aprovechar el poder de la ciencia a favor de un mundo más sano, más seguro y más resiliente. 

Gracias.