Buenos días, buenas tardes y buenas noches.
Anoche regresé de la Cumbre Mundial de la Salud en Berlín (Alemania), que este año la OMS copatrocinó por primera vez.
Me sentí muy alentado al ver el grado de compromiso de los mandatarios de los gobiernos, la sociedad civil, las instituciones académicas y el sector privado para abordar los desafíos más acuciantes en la salud mundial.
Hubo un fuerte apoyo para el acuerdo internacional sobre prevención, preparación y respuesta frente a pandemias que los países negocian en estos momentos.
Y ayer, los gobiernos y los donantes filantrópicos se comprometieron a aportar colectivamente US$2600 millones para poner fin a la poliomielitis.
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Pasemos ahora al brote de ébola en Uganda.
En total hasta el momento ha habido 60 casos confirmados y 20 probables, con 44 víctimas mortales, mientras que 25 personas se han recuperado.
Seguimos preocupados por la posibilidad de que en las comunidades afectadas haya más cadenas de transmisión y más contactos de los que tenemos conocimiento.
El Ministerio de Salud investiga los ocho casos más recientes, puesto que los informes iniciales apuntan a que no se encontraban entre los contactos conocidos.
Además, dos casos confirmados del distrito de Mubende solicitaron atención en la capital, Kampala, lo que aumentó los riesgos de transmisión en esa ciudad.
Me complace ver que el gobierno ha reconocido ese riesgo.
La OMS y nuestros asociados mantienen su apoyo al Gobierno de Uganda para contener el brote y evitar que se propague hacia más regiones y países.
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Pasemos ahora al cólera.
A nivel mundial, este año han notificado brotes 29 países; 13 de ellos no registraron brotes el año pasado.
El cólera es una enfermedad sumamente peligrosa y puede provocar la muerte en un solo día, pero puede prevenirse con dos dosis de vacunas orales que son seguras y eficaces.
Desde 2013, la OMS, el UNICEF, Médicos Sin Fronteras y la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja gestionan conjuntamente una reserva mundial de vacunas contra el cólera a fin de controlar las epidemias.
Con todo, la actual oleada de brotes ejerce una presión sin precedentes sobre la reserva.
Así pues, los cuatro organismos han decidido suspender la estrategia de dos dosis a favor de una estrategia de una sola dosis para que más personas reciban cierta protección pese a la escasez de existencias.
La estrategia de una sola dosis ha demostrado ser eficaz en brotes anteriores, si bien la información sobre la duración de la protección es escasa.
No cabe duda de que esta situación dista mucho de ser ideal, por lo que el racionamiento debe ser una solución temporal.
A largo plazo, necesitamos un plan para ampliar la producción de vacunas como parte de una estrategia integral para prevenir y detener los brotes de cólera.
Además, la mejor manera de prevenir los brotes de cólera es garantizando el acceso de la población a agua potable y saneamiento.
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Pasemos ahora la COVID-19.
La semana pasada, el Comité de Emergencias sobre la COVID-19 se reunió para debatir la situación mundial y el camino hacia adelante.
La opinión del Comité es que la COVID-19 sigue siendo una emergencia de salud pública de importancia internacional, y yo estoy de acuerdo.
El Comité hizo hincapié en la necesidad de fortalecer la vigilancia y ampliar el acceso a pruebas, tratamientos y vacunas para las personas con mayor riesgo, y de que todos los países actualicen sus planes nacionales de preparación y respuesta.
Si bien es evidente que la situación mundial ha mejorado desde que comenzó la pandemia, el virus sigue mutando y persisten muchos riesgos e incertidumbres.
Esta pandemia nos ha sorprendido antes y sin duda podría volver a hacerlo.
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Con respecto a la viruela símica, el Comité de Emergencias se reunirá mañana para deliberar sobre el brote y formular recomendaciones.
El número de casos notificados en el ámbito mundial ha remitido durante ocho semanas seguidas, pero al igual que con la COVID-19, persisten los riesgos y las incertidumbres, y algunos países siguen constatando incrementos en la transmisión.
Aguardo con interés las recomendaciones del Comité de Emergencias.
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Finalmente, ya no tengo palabras que puedan calificar de forma diplomática los ataques deliberados contra civiles en Tigré (Etiopía).
A principios de esta semana, el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, dijo que (cito textualmente): «La situación en Etiopía está fuera de control. El tejido social se desgarra y los civiles pagan un precio terrible. Las hostilidades en Tigré deben cesar ahora mismo, y las fuerzas armadas deben retirarse y desvincularse inmediatamente de Etiopía». Fin de la cita.
La Oficina de Derechos Humanos de las Naciones Unidas ha recibido informes de bajas civiles y destrucción de bienes de carácter civil debido a ataques aéreos y de artillería.
Los ataques indiscriminados o los dirigidos deliberadamente contra civiles o bienes de carácter civil constituyen crímenes de guerra.
No hay ninguna otra situación en todo el mundo en la que 6 millones de personas hayan estado asediadas durante casi dos años.
Los bancos, el combustible, los alimentos, la electricidad y la atención de salud se utilizan como armas de guerra. Los medios de comunicación tampoco están permitidos, por lo que la destrucción de civiles no tiene eco alguno.
Incluso las personas que tienen dinero se mueren de hambre por no poder acceder a él.
Todos los días mueren niños de malnutrición.
No hay servicios para la tuberculosis, el VIH, la diabetes, la hipertensión y muchas otras enfermedades: esas enfermedades, que en otros lugares pueden tratarse, son actualmente una sentencia de muerte en Tigré.
Sí, soy de Tigré, y sí, esto me afecta personalmente. No pretendo ocultarlo. La mayoría de mis familiares –más del 90%– se encuentran en las zonas más afectadas.
Pero mi trabajo es llamar la atención del mundo sobre las crisis que amenazan la salud de las personas, dondequiera que estén.
Esta es una crisis de salud que afecta a 6 millones de personas, y no se le presta suficiente atención.
Insto a la comunidad internacional y a los medios de comunicación a que den a esta crisis la atención que merece.
En estos momentos tenemos muy pocas oportunidades de prevenir el genocidio en Tigré.
Margaret, le devuelvo la palabra.