Buenos días, buenas tardes y buenas noches. 

En primer lugar, quiero hablar de Ucrania. Ayer se cumplieron seis meses del inicio de la invasión de Ucrania por la Federación de Rusia, que ha tenido un impacto devastador en la salud y la vida de los ucranianos. 

Aunque está convulsionado, el sistema de salud no se ha derrumbado. 

La OMS sigue apoyando al Ministerio de Salud de Ucrania para restablecer los servicios interrumpidos, reintegrar a los trabajadores de la saluda  desplazados y sustituir las infraestructuras destruidas, lo que es esencial no solo para la salud del pueblo ucraniano, sino para la resiliencia y la recuperación del país. 

La OMS ha ayudado a entregar más de 1300 toneladas métricas de suministros médicos esenciales, y hay más en camino. 

Entre ellos se encuentran generadores de energía, ambulancias y suministros de oxígeno para instalaciones médicas; suministros para cirugías traumatológicas y de emergencia; y medicamentos para ayudar a tratar enfermedades no transmisibles. 

También hemos ayudado a formar a más de 9000 trabajadores de la salud en materia de cirugía traumatológica, atención a víctimas en gran escala, exposición química, epidemiología y diagnóstico de laboratorio. 

La salud mental es otro punto clave. Se está impartiendo formación sobre gestión del estrés a los trabajadores de la salud y a la población en general para que sepan cómo salvaguardar su salud mental, dado el fuerte aumento del sufrimiento psicológico relacionado con la guerra. 

Sin embargo, los ataques contra la salud no cesan. En los últimos seis meses, la OMS ha verificado 473 ataques contra personal e infraestructuras de salud, con al menos 98 muertos y 134 heridos. 

Ningún sistema de salud puede proporcionar servicios óptimos de salud a su población bajo el estrés bélico, por lo que seguimos pidiendo a la Federación de Rusia que ponga fin a esta guerra. 

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Ahora pasaré a hablar de la COVID-19. 

Esta semana hemos superado el trágico hito de un millón de muertes notificadas en lo que va de año. 

No podemos decir que estamos aprendiendo a vivir con la COVID-19 cuando un millón de personas han muerto por la enfermedad solo este año, mientras que llevamos dos años y medio de pandemia y tenemos todas las herramientas necesarias para prevenir estas muertes. 

Una vez más, pedimos a todos los gobiernos que redoblen sus esfuerzos por vacunar a todos los trabajadores de la salud, a las personas mayores y a las demás personas que corren mayor riesgo, mientras se alcanza la cobertura vacunal del 70% de toda la población. 

Es satisfactorio ver que algunos países con las tasas de vacunación más bajas están recuperando terreno, especialmente en África. 

En enero de este año, la OMS, el UNICEF y sus asociados establecieron la Alianza para la Distribución de Vacunas contra la COVID-19 con el fin de acelerar la cobertura vacunal en los 34 países que estaban por debajo del 10% de cobertura, de los cuales todos menos seis están en África. 

Apenas seis meses después, solo 10 países siguen teniendo una cobertura inferior al 10%, la mayoría de los cuales se enfrentan a emergencias humanitarias.  

Es especialmente satisfactorio ver que la cobertura de los grupos de alta prioridad está mejorando, y que muchos países están haciendo progresos considerables hacia la vacunación del 100% de los trabajadores de la salud y del 100% de las personas mayores. 

Sin embargo, aún queda mucho por hacer. Un tercio de la población mundial sigue sin estar vacunada, incluidos dos tercios de los trabajadores de la salud y tres cuartas partes de los adultos mayores en los países de ingresos bajos. 

Todos los países de todos los niveles de ingresos deben hacer más por vacunar a las personas de mayor riesgo, garantizar el acceso a los tratamientos que salvan vidas, continuar con las pruebas y la secuenciación y establecer políticas adaptadas y proporcionadas para limitar la transmisión y salvar vidas. 

Esta es la mejor manera de impulsar una recuperación verdaderamente sostenible. 

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Ahora pasaré a hablar de la viruela símica. 

La semana pasada, el número de casos semanales notificados se redujo en más de un 20% a nivel mundial, aunque los nuevos casos aumentaron en las Américas, donde se sigue observando una intensa transmisión. 

En las primeras fases del brote, la mayoría de los casos notificados se dieron en Europa, y una proporción menor en las Américas. 

Esta situación se ha invertido, ya que actualmente menos del 40% de los casos se están notificando en Europa, y el 60% en las Américas. 

Hay indicios de que el brote se está ralentizando en Europa, donde una combinación de medidas eficaces de salud pública, cambios de comportamiento y la vacunación están ayudando a prevenir la transmisión. 

Sin embargo, en América Latina en particular, la falta de concienciación o la insuficiencia de las medidas de salud pública se están combinando con la falta de acceso a las vacunas, lo que está avivando el brote. 

Ayer, el fabricante de una vacuna, Bavarian Nordic, firmó un acuerdo con la Oficina Regional de la OMS para las Américas para apoyar el acceso a su vacuna en América Latina y el Caribe. 

Agradecemos a Bavarian Nordic este acuerdo, y esperamos que ayude a controlar el brote en la región. 

La OMS sigue alentando a todos los países a que establezcan estudios sobre la eficacia de las vacunas para garantizar la recopilación de datos, incluso mejorando al mismo tiempo el acceso. 

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La semana pasada hablé de la sequía y la hambruna en el Cuerno de África, donde la OMS ha hecho un llamamiento para recaudar US$ 124 millones con el fin de prevenir y controlar los brotes, tratar la malnutrición y proporcionar servicios de salud y medicamentos esenciales. 

Hasta ahora, solo hemos recibido el 12% de los fondos necesarios. 

En la región etíope de Tigray se reanudaron ayer los combates. 

Es trágico ver la reanudación del conflicto activo, pero en realidad la guerra nunca se ha detenido. 

Durante más de 21 meses, los seis millones de habitantes de Tigray han estado sometidos a un asedio asfixiante que ha matado a personas no solo con balas o bombas, sino ensañándose con la banca, el combustible, los alimentos, la electricidad y la atención de salud. 

Por eso pedimos la reanudación de los servicios esenciales y el fin del bloqueo que aplican sistemáticamente los gobiernos de Etiopía y Eritrea. 

Las emergencias en Tigray y el Cuerno de África están lejos de ser las únicas crisis en África. 

La región del Sahel se enfrenta a una de las crisis de mayor envergadura, de crecimiento más rápido y de mayor duración del mundo. 

En Burkina Faso, el extremo norte del Camerún, el Chad, Malí, Níger y el noreste de Nigeria, más de 33 millones de personas están necesitadas, y hay 6,7 millones de desplazados debido a los conflictos, la peor sequía de los últimos 40 años y los brotes de enfermedades. 

El año pasado, más de 3600 personas murieron de cólera en el Sahel, y la transmisión de la fiebre amarilla es la más alta de los últimos 20 años. 

La interrupción de las campañas de inmunización debido a la COVID-19 ha provocado un aumento de la transmisión del sarampión y de la poliomielitis de origen vacunal. 

La OMS ha liberado US$ 8,3 millones del Fondo para Contingencias relacionadas con Emergencias para cubrir los servicios que salvan vidas en el Sahel, pero eso es una fracción de los casi US$ 63 millones que necesitamos este año. 

Seguimos instando a los donantes a que no se olviden del Sahel. 

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Por último, a principios de esta semana las autoridades de salud de la República Democrática del Congo confirmaron un caso de ébola en la ciudad nororiental de Beni, que fue el epicentro del brote de ébola ocurrido de 2018 a 2020. 

Hasta ahora se han identificado 179 contactos.   

La vacunación de los contactos y de los contactos de contactos ha comenzado hoy. 

Desde que el último brote importante terminó en 2020, ha habido rebrotes ocasionales, que se han controlado inmediatamente. 

La OMS seguirá apoyando a las autoridades de salud de la República Democrática del Congo y de la provincia de North Kivu en la respuesta a este caso y en la prevención de nuevas transmisiones. 

La semana pasada, la OMS publicó nuevas directrices que recomiendan el uso de dos tratamientos contra el ébola, que han demostrado claros beneficios en la reducción de las muertes en aproximadamente un 60%. 

La República Democrática del Congo cuenta con suministros de estos medicamentos, en caso de que sean necesarios. 

Gracias a que disponemos de vacunas y tratamientos muy eficaces, el ébola es ahora una enfermedad prevenible y tratable. 

Tarik, le devuelvo la palabra.