- La semana pasada se notificó el mayor número de casos de COVID-19 hasta la fecha. Muchos países del hemisferio norte están viendo un aumento preocupante de casos y hospitalizaciones. Asimismo, las unidades de cuidados intensivos se están llenando al máximo de su capacidad en algunos lugares, particularmente en Europa y Norteamérica.
- Debemos hacer todo lo posible para proteger a los trabajadores de la salud, y la mejor manera de hacerlo es que todos nosotros tomemos todas las precauciones posibles para reducir el riesgo de transmisión, para nosotros mismos y para los demás. Nadie quiere más los llamados «confinamientos». Pero si queremos evitarlos, todos tenemos que poner de nuestra parte.
- La lucha contra esta pandemia es asunto de todos. No podemos tener la recuperación económica que queremos y vivir nuestras vidas como lo hacíamos antes de la pandemia. Podemos mantener a nuestros hijos en la escuela, podemos mantener las empresas abiertas, podemos preservar las vidas y los medios de subsistencia. Podemos hacerlo. Pero todos debemos hacer concesiones, compromisos y sacrificios.
- Cuando los dirigentes actúan rápida y deliberadamente, el virus puede ser suprimido. Sin embargo, en los lugares donde ha habido división política a nivel nacional, donde ha habido una flagrante falta de respeto por la ciencia y los profesionales de la salud, la confusión se ha extendido y los casos y las muertes han aumentado. Por eso he dicho repetidamente: no politicen la COVID-19.
- La semana pasada la OMS llevó a cabo su primer curso mundial de aprendizaje electrónico sobre salud y migración, en el que se abordó un tema crítico y a menudo descuidado de la salud mundial. Es vital que todos los países incluyan a los refugiados y los migrantes en sus políticas nacionales como parte de su compromiso con la cobertura sanitaria universal.
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Buenos días, buenas tardes y buenas noches.
La semana pasada se registró el mayor número de casos de COVID-19 notificados hasta la fecha.
Muchos países del hemisferio norte están viendo un aumento preocupante de casos y hospitalizaciones.
Asimismo, las unidades de cuidados intensivos se están llenando al máximo de su capacidad en algunos lugares, particularmente en Europa y Norteamérica.
Durante el fin de semana, varios dirigentes evaluaron críticamente su situación y tomaron medidas para limitar la propagación del virus.
Entendemos el cansancio pandémico que las personas están sintiendo.
Tiene un costo mental y físico para todos.
El teletrabajo, la escolarización a distancia de los niños, no poder celebrar los momentos señalados con los amigos y familiares o no poder estar presentes para llorar a los seres queridos es duro, y el cansancio es real.
Pero no podemos rendirnos.
No debemos rendirnos.
Los dirigentes deben equilibrar la alteración de las vidas y los medios de subsistencia con la necesidad de proteger a los trabajadores de la salud y los sistemas de salud a medida que las unidades de cuidados intensivos se van llenando.
En marzo, los trabajadores de la salud fueron aplaudidos sistemáticamente por el sacrificio personal que hacían para salvar vidas.
Muchos de esos trabajadores de la salud, que también han sufrido un enorme estrés y un gran trauma, siguen en primera línea enfrentándose a una segunda oleada de nuevos pacientes.
Debemos hacer todo lo posible para proteger a los trabajadores de la salud, y la mejor manera de hacerlo es que todos nosotros tomemos todas las precauciones posibles para reducir el riesgo de transmisión, para nosotros mismos y para los demás.
Nadie quiere más los llamados «confinamientos». Pero si queremos evitarlos, todos tenemos que poner de nuestra parte.
La lucha contra esta pandemia es asunto de todos.
No podemos tener la recuperación económica que queremos y vivir nuestras vidas como lo hacíamos antes de la pandemia.
Podemos mantener a nuestros hijos en la escuela, podemos mantener las empresas abiertas, podemos preservar las vidas y los medios de subsistencia. Podemos hacerlo.
Pero todos debemos hacer concesiones, compromisos y sacrificios.
Para las personas, las familias y las comunidades, eso significa quedarse en casa, especialmente si han estado expuestos a un caso.
Además, hay que seguir manteniendo la distancia física, utilizar mascarilla, limpiarse las manos regularmente, toser lejos de los demás, evitar las multitudes y reunirse con amigos y familiares en espacios exteriores.
Para los gobiernos, significa hacer lo mismo que hemos estado pidiendo desde el primer día: conocer la epidemia.
Romper las cadenas de transmisión. Hacer pruebas de manera exhaustiva. Aislar y atender los casos. Y rastrear y proporcionar una cuarentena asistida a todos los contactos.
Con estas medidas, se puede alcanzar el virus, adelantarse a él y mantener cierta ventaja.
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No hay soluciones mágicas para este brote, solo el trabajo duro de los dirigentes de todos los niveles de las sociedades, los trabajadores de la salud, los rastreadores de contactos y las personas.
Y después, una vez que se tenga el control, es importante fortalecer los sistemas de salud, el personal sanitario y los sistemas de rastreo de contactos para que el virus no vuelva a asentarse.
La ciencia continúa diciéndonos la verdad sobre este virus.
Cómo contenerlo, suprimirlo y evitar que vuelva, y cómo salvar la vida de aquellos que enferman.
Muchos países y ciudades han seguido la ciencia, suprimido el virus y minimizado las muertes.
Desde Dakar a Melbourne, desde Milán a Islamabad, desde Nueva York a Beijing.
Cuando los dirigentes actúan rápida y deliberadamente, el virus puede ser suprimido.
Para los dirigentes, como dijo mi colega el Dr. Mike Ryan en marzo, lo más importante es «moverse rápido, sin arrepentirse».
Sin embargo, en los lugares donde ha habido división política a nivel nacional; donde ha habido una flagrante falta de respeto por la ciencia y los profesionales de la salud, la confusión se ha extendido y los casos y las muertes han aumentado.
Por eso he dicho repetidamente: no politicen la COVID-19.
Una pandemia no es un partido de fútbol político. Los deseos o las distracciones deliberadas no impedirán las transmisiones ni salvarán vidas.
Lo que salvará vidas es la ciencia, las soluciones y la solidaridad.
Por eso repetimos que hace falta solidaridad, solidaridad y solidaridad.
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Por último, la semana pasada la OMS llevó a cabo su primer curso mundial de aprendizaje electrónico sobre salud y migración, en el que se abordó un tema crítico y a menudo descuidado de la salud mundial.
El curso incluía la conexión directa en vivo con proyectos de salud y migración sobre el terreno, de modo que los participantes pudieran recibir información directa de quienes trabajan sobre el terreno.
Asistieron personas de 122 países de todo el mundo, y quisiera aprovechar esta oportunidad para felicitar a todos los participantes del curso.
Toda la salud pública sufre cuando se excluye a alguna comunidad.
Es vital que todos los países incluyan a los refugiados y los migrantes en sus políticas nacionales como parte de su compromiso con la cobertura sanitaria universal.
Espero que los conocimientos adquiridos a través de este curso actúen como catalizador de políticas de salud que incluyan a los migrantes y las comunidades de refugiados.
La salud para todos debe ser para todos.
Gracias