Buenos días, buenas tardes y buenas noches. 

Esperamos que el Gobierno de Guinea anuncie mañana el fin de su brote de ébola. 

Me gustaría dar la enhorabuena a Guinea y a los trabajadores de la salud que ayudaron a contener el brote, asumiendo un riesgo personal muy elevado. 

Gracias también a nuestros asociados, que prestaron apoyo financiero y técnico. 

Como saben, Guinea fue uno de los tres países que se vieron afectados por el devastador brote de ébola que tuvo lugar en África Occidental en 2014 y 2015. 

Gracias a las enseñanzas extraídas de ese brote y a nuevas herramientas como las vacunas, Guinea consiguió contener el brote en tan solo cuatro meses y evitar que se extendiera más allá de sus fronteras. 

Casi 11 000 personas recibieron la vacuna contra el ébola. 

No obstante, nuestra labor está lejos de terminar. Debemos seguir apoyando a los supervivientes y vigilando su salud, aunque sin generar estigma. 

Nuestros equipos también están ultimando un plan de resiliencia para 90 días después de la epidemia con el fin de apoyar a las autoridades locales de salud, los trabajadores de la salud y las comunidades. 

Este éxito demuestra que se puede controlar un brote mediante una combinación de participación comunitaria, medidas eficaces de salud pública y un uso equitativo de las vacunas. 

La COVID-19 es una enfermedad diferente que se propaga con más facilidad que el ébola, pero el enfoque es el mismo. 

Y sin embargo, incluso después de 18 meses, el uso ineficaz de las medidas sociales y de salud pública, unido a una mayor actividad social y a la inequidad en materia de vacunación, sigue dando al virus causante de la COVID-19 la oportunidad de mutar, propagarse y matar. 

La incapacidad mundial para compartir las vacunas de forma equitativa está alimentando una pandemia que avanza a dos velocidades distintas y que ahora se está ensañando con algunas de las personas más pobres y vulnerables del mundo. 

En todas las regiones hay países que se enfrentan a un aumento pronunciado del número de casos y muertes. 

En América Latina, muchos países experimentan un rápido crecimiento de la epidemia, mientras que en otros se ha estabilizado en unos niveles alarmantemente altos. 

En África, el número de casos registró un incremento del 52% la semana pasada, y el número de muertes aumentó un 32%. 

Y tememos que la situación irá a peor. 

Menos de 1% de la población de África ha recibido la vacuna. 

Las vacunas que se han donado y que se enviarán el año que viene llegarán demasiado tarde para aquellos que mueren, se contagian o están en situación de riesgo hoy. 

Las metas a nivel mundial son vacunar como mínimo al 10% de la población de todos los países antes de septiembre, al 40% de la población al término de este año y al 70% de la población para mediados del año que viene. 

Se trata de hitos fundamentales que debemos alcanzar juntos para poner fin a la pandemia. 

Más de la mitad de los países de ingreso alto y mediano alto han administrado suficientes dosis para que al menos el 20% de su población haya recibido la pauta completa de la vacuna correspondiente (una o dos dosis). Entre los países de ingreso bajo y mediano bajo, solamente 3 países de 79 han alcanzado el mismo nivel. 

Apreciamos mucho las donaciones de vacunas que han anunciado el G7 y otros. Y damos las gracias a los países que se han comprometido a suministrar dosis en junio y julio, entre ellos los Estados Unidos de América. 

Exhortamos a los demás países a seguir su ejemplo. Necesitamos donaciones de vacunas ahora para poder salvar vidas. 

La OMS seguirá prestando apoyo a los países en la aplicación de medidas sociales y de salud pública para proteger a la población. 

Y seguimos prestando apoyo a los países en la preparación de sus sistemas y planes para desplegar las vacunas una vez que las reciban. 

Pero no controlamos el suministro mundial de vacunas. Los países y las empresas que lo controlan deben producir más y compartir más para cumplir con la parte que les corresponde en el logro de las metas globales de la OMS. 

Seguimos explorando todas las vías posibles para aumentar la producción de vacunas, especialmente en África, y el lunes podremos decir más cosas al respecto. 

Pero al tiempo que mantenemos la respuesta a la pandemia de COVID-19, nuestro trabajo habitual continúa, en todo el espectro de las cuestiones relacionadas con la salud. 

Esta semana, por ejemplo, hemos abierto una nueva oficina en Kuwait, hemos publicado una nueva guía sobre prevención del suicidio y ayer pusimos en marcha el Global Evidence Review on Health and Migration

Los refugiados y los migrantes se encuentran entre las personas más vulnerables de nuestro mundo y están expuestos a numerosos problemas de salud física y mental. 

Sin embargo, los datos sobre la salud de los refugiados y los migrantes son escasos y habría que disponer de más para poder tomar las mejores decisiones en materia de políticas. 

En el nuevo Global Evidence Review on Health and Migration de la OMS se establecerán normas y estándares basados en la evidencia para abordar las carencias de datos y contribuir a la formulación de orientaciones y estrategias a escala mundial para mejorar la salud de los refugiados y los migrantes. 

Esa es otra de las formas en que la OMS trabaja para cumplir su misión de promover la salud, preservar la seguridad mundial y servir a las poblaciones vulnerables. 

Te devuelvo la palabra, Tarik.