Excelentísimo Sr., Marcelo Ebrard, Secretario de Relaciones Exteriores de México: muchas gracias, por invitarme,
Estimado amigo Aksel Jacobsen,
Estimada hermana Carissa Etienne, Directora Regional de la OMS para las Américas,
Excelencias, colegas y amigos,
Es un honor estar hoy con ustedes.
Exmo. Ministro Marcelo Ebrard: quisiera agradecerle personalmente el liderazgo que ha demostrado al convocar esta reunión para movilizar la respuesta a la pandemia de COVID-19 en América Latina y el Caribe.
La Región de las Américas ha sido una de las más afectadas.
Un año después del inicio de la pandemia, se han registrado más de 100 millones de casos. Más de dos millones de personas han perdido la vida.
Cientos de millones de personas más han visto destruidas sus familias y sus medios de vida.
El desarrollo de vacunas menos de un año después de la aparición de este nuevo virus un motivo de esperanza que necesitábamos urgentemente.
El reto al que nos enfrentamos ahora es conseguir que las vacunas sean también una fuente de esperanza para todos.
Si solo se protege a una minoría privilegiada de la población mundial, esta pandemia seguirá haciendo estragos y todo el mundo estará en peligro.
Por eso, en abril del año pasado, la OMS se unió a Gavi, el Fondo Mundial, la CEPI y otros muchos asociados para poner en marcha el Acelerador del acceso a las herramientas contra la COVID-19 (Acelerador ACT), que incluye el pilar COVAX relativo a las vacunas.
Nuestro objetivo era desarrollar rápidamente vacunas, medios diagnósticos y tratamientos y distribuirlos equitativamente.
Sin embargo, más del 90% de los países que están administrando vacunas en estos momentos son países de renta alta y media-alta. El 75% de las dosis se han administrado en solo 10 países.
Es comprensible que los gobiernos quieran proteger primero a su propia población, pero compartir las vacunas no solo lo correcto y una obligación, sino que también es la opción más inteligente desde el punto de vista estratégico y económico.
En todo el mundo, al igual que en América Latina y el Caribe, los ciudadanos esperan que sus dirigentes políticos tomen decisiones difíciles que son necesarias para poner fin a esta crisis.
Cuanto más tiempo siga circulando el virus, más probable será que mute y adquiera resistencias a las pruebas, los tratamientos y las vacunas actuales.
Somos conscientes de que todos los gobiernos están bajo presión y desean vacunar a sus ciudadanos. Pero, como he dicho muchas veces, el egoísmo de los países en relación con las vacunas solo servirá para prolongar la pandemia.
Para poner fin a esta pandemia, es prioritario vacunar a las personas más vulnerables y a los trabajadores sanitarios de primera línea en todos los países.
Actuar con equidad en relación con las vacunas no es solamente una obligación moral, sino que redundaría en beneficio de todos.
De acuerdo con nuevo estudio de la Fundación de Estudios de la Cámara de Comercio Internacional, esa actitud egoísta de los países podría llegar a costar US$ 9200 millones a la economía mundial, y casi la mitad de esa cantidad (4,5 billones) afectaría a las economías más prósperas.
En comparación con esa cifra, el déficit de financiación del Acelerador ACT de este año es de US$ 27 000 millones.
Hasta que no pongamos fin con la pandemia en todas partes, no conseguiremos erradicarla por completo.
Por otro lado, no debemos debemos olvidar que las vacunas por sí solas no bastan para acabar con la pandemia.
Debemos seguir luchando mediante medidas de salud pública de eficacia demostrada, como el distanciamiento físico, la higiene de las manos, las mascarillas, las pruebas y el rastreo de contactos, entre otras.
Les pido que se unan a esta campaña de solidaridad para garantizar que, durante los primeros 100 días del año, todos los países han empezado a vacunar a su personal sanitario y a las personas mayores.
Nos quedan 65 días.
Muchas gracias.