Señor Presidente, excelencias, estimados colegas:
Buenas tardes y gracias por la oportunidad que me brindan de dirigirme hoy a ustedes.
La guerra en Ucrania está teniendo consecuencias devastadoras para la salud del pueblo ucraniano; consecuencias que se dejarán sentir en los próximos años o decenios.
A raíz de la destrucción generalizada de infraestructura, incluidos establecimientos de salud, se han alterado gravemente el funcionamiento de los servicios de salud y el acceso a los productos básicos.
La OMS ha verificado 43 ataques a infraestructura sanitaria, que han dejado 12 muertos y 34 heridos, incluidos trabajadores sanitarios.
En cualquier conflicto, los ataques a la infraestructura sanitaria constituyen una violación del derecho internacional humanitario.Tales ataques privan a las personas de la atención que necesitan con urgencia y colapsan los sistemas
de salud, ya de por sí sobrecargados.
Tales ataques privan a las personas de la atención que necesitan con urgencia y colapsan los sistemas de salud, ya de por sí sobrecargados.
La interrupción de los servicios y suministros en Ucrania plantea un riesgo extremo para las personas con enfermedades cardiovasculares, cáncer, diabetes, VIH y tuberculosis, que son algunas de las principales causas de mortalidad en ese país.
Es probable que los desplazamientos, las viviendas precarias y las condiciones de hacinamiento que ha ocasionado el conflicto aumenten el riesgo de enfermedades, entre ellas el sarampión, la neumonía y la poliomielitis.
Se necesitan servicios de salud mental y apoyo psicosocial para ayudar urgentemente a las personas a sobrellevar los efectos de la guerra.
En Ucrania hay más de 35 000 pacientes de salud mental en hospitales psiquiátricos y centros de atención a largo plazo, que se enfrentan a una grave escasez de medicamentos, alimentos, calefacción, mantas y más.
La guerra también está agravando los efectos de la pandemia de COVID-19 en Ucrania.
Solo un tercio de la población adulta tiene la pauta vacunal completa, una situación que incrementa el riesgo de que un gran número de personas desarrollen la enfermedad grave.
La escasez crítica de oxígeno menoscabará la capacidad para tratar a los pacientes de COVID-19 y muchas otras enfermedades.
Se han cerrado al menos ocho instalaciones de producción y almacenamiento de oxígeno líquido, por lo que estamos buscando la manera de obtener oxígeno en países vecinos y entregarlo de manera segura donde sea necesario.
Sobre el terreno, la OMS está trabajando con el Ministerio de Salud y los asociados para ayudar a los trabajadores sanitarios y al sistema de salud a dispensar atención y satisfacer las necesidades de salud inmediatas.
Hasta ahora hemos enviado unas 100 toneladas métricas de suministros médicos, incluidos oxígeno, insulina, insumos quirúrgicos, anestésicos y material para transfusiones de sangre, (suficiente para 4500 pacientes con traumatismos y 450 000 pacientes de atención primaria de salud durante un mes).
Asimismo, se han entregado otros equipos, entre ellos, generadores de oxígeno, generadores eléctricos y desfibriladores, y estamos preparando el envío de otras 108 toneladas métricas.
Hemos establecido líneas de abastecimiento desde nuestro almacén en Lviv hasta muchas ciudades de Ucrania, pero las dificultades de acceso persisten. Es preciso que tengamos acceso irrestricto.
Tenemos suministros críticos listos para que los convoyes conjuntos de las Naciones Unidas los transporten a zonas difíciles, pero hasta ahora han podido hacerlo.
Hoy, por ejemplo, el convoy de las Naciones Unidas destinado a Sumy, en el que un camión de la OMS transportaba suministros médicos críticos, no pudo ingresar.
Las cargas listas para Mariupol permanecen en las áreas de preparación y no pueden continuar. El acceso a esa y otras áreas es ahora crucial.
Para apoyar al sistema de salud de Ucrania, la OMS está coordinando el despliegue de 20 equipos médicos de emergencia integrados por expertos de muchos países, con el fin de dispensar atención en diversas especialidades, tanto en Ucrania como en los países vecinos que generosamente han acogido a refugiados, pero están luchando por satisfacer sus necesidades, como señalaron anteriormente mis colegas.
Esas necesidades son inmensas e incluyen la continuidad de la atención de enfermedades básicas, así como de problemas más complejos como el cáncer y la diálisis renal, la salud maternoinfantil, el VIH y la tuberculosis, la salud sexual y reproductiva y la salud mental.
Los refugiados, así como muchas de las personas que permanecen en Ucrania, son ya muy vulnerables, especialmente las mujeres y las niñas.
Protegerlos del abuso y la explotación de todo tipo debe ser la prioridad máxima de los gobiernos anfitriones y de todas las organizaciones internacionales.
Señor Presidente, hoy tengo tres peticiones urgentes.
Primero, instamos al Consejo de Seguridad a trabajar por un alto el fuego inmediato y una solución política.
El conflicto prolongado no beneficia a nadie y solo alargará el sufrimiento de los más vulnerables.
El medicamento que necesitamos ahora mismo para salvar vidas es la paz.
En segundo lugar, instamos a todos los donantes a respaldar la respuesta a las necesidades humanitarias en Ucrania y los países vecinos, que son inmensas y aumentan día tras día.
Gracias a los donantes que aportaron un desembolso inicial al Fondo de la OMS para Contingencias relacionadas con Emergencias pudimos responder de inmediato con más de 10 millones de dólares para satisfacer necesidades de salud inmediatas.
Esos fondos se complementaron con financiación adicional del Fondo Central de las Naciones Unidas para la Acción en Casos de Emergencia (CERF).
Ahora bien, a fin de sostener la respuesta pedimos a los donantes que financien por completo el llamamiento de emergencia de las Naciones Unidas. Como señaló el Secretario General Adjunto, hasta ahora solo se ha financiado un 36%.
Agradecemos a los donantes que han prometido fondos para satisfacer las necesidades del pueblo de Ucrania.
Y tercero, aunque Ucrania es, con razón, el centro de atención del mundo, los insto a no perder de vista las numerosas crisis que sufren otros pueblos.
En el Afganistán, más de la mitad de la población necesita asistencia; la desnutrición está generalizada y la incidencia del sarampión va en aumento, entre muchos otros desafíos.
En Etiopía, el bloqueo de seis millones de personas durante casi 500 días, en Tigray, ha provocado una crisis alimentaria y sanitaria catastrófica.
En la República Árabe Siria, más de 12 millones de personas necesitan asistencia sanitaria; casi la mitad de ellas son niños.
En el Yemen, se estima que unos dos tercios de la población, o sea más de 20 millones de personas, necesitan asistencia médica.
Señor Presidente, en todos los casos, la única solución es la paz. Nuestro mundo necesita la paz más que nunca.
Como si la COVID-19 no fuera suficiente, una guerra devastadora como esta es peligrosa para todo el mundo.
Muchas gracias.