Puede obtener más información sobre vacunas, desde cómo actúan hasta cómo se producen, en la serie de la OMS «Las vacunas explicadas»
Las vacunas se elaboran con una serie de componentes cuidadosamente seleccionados que actúan de forma conjunta para proteger contra las enfermedades. Cada uno de los componentes de una vacuna tiene una función específica y cada ingrediente se somete a distintos ensayos en el proceso de fabricación. Todos los ingredientes se someten a rigurosas pruebas de seguridad.
Componentes activos: antígenos o las instrucciones para producirlos (ADN o ARN)
Las vacunas contienen antígenos o las instrucciones para producir esos antígenos.
Un antígeno desencadena una respuesta inmunitaria y puede ser una pequeña parte del microorganismo causante de la enfermedad, como una proteína o un azúcar, o puede ser el microorganismo completo atenuado o inactivo.
En vez de un antígeno, algunas vacunas contienen material genético (ADN o ARN) que indica al organismo cómo fabricar antígenos específicos. Aunque las vacunas de ADN o ARN son relativamente nuevas, la tecnología en que se basan, incluido su mecanismo de acción, se ha investigado durante varias décadas. Las vacunas con ARN mensajero (ARNm) han protegido de forma segura a millones de personas contra los síntomas graves y la muerte por COVID-19. Las vacunas de ARNm se someten a las mismas normas de inocuidad, eficacia y calidad que las demás vacunas.
Diferentes formas de diseñar una vacuna
Existen tres enfoques principales para diseñar una vacuna. Sus diferencias residen en si utilizan un virus o una bacteria completos; solo los fragmentos del agente patógeno que inducen una respuesta del sistema inmunitario; o únicamente el material genético que proporciona las instrucciones para fabricar proteínas específicas y no el virus completo.
Método en el que se utiliza el agente patógeno íntegro
Vacuna elaborada con patógenos inactivados
La primera forma de fabricar una vacuna consiste en aislar la bacteria o el virus causantes de la enfermedad, o un microorganismo similar, e inactivarlo o destruirlo por medio de sustancias químicas, calor o radiación. Ese método utiliza una tecnología que ha demostrado su eficacia en seres humanos y permite fabricar vacunas a una escala razonable. Así es como se fabrican las vacunas contra la gripe y la poliomielitis.
No obstante, este método requiere laboratorios especializados para cultivar el virus o la bacteria de forma segura, puede conllevar tiempos de fabricación relativamente largos y generalmente las vacunas resultantes deben administrarse en dos o tres dosis.
Vacuna viva atenuada
Las vacunas vivas atenuadas se elaboran a partir de virus vivos que han sido debilitados o de virus muy similares. La vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola (triple vírica) y la vacuna contra la varicela y el herpes zóster son ejemplos de ese tipo de vacunas. Este método utiliza una tecnología similar a la de la vacuna inactivada y puede fabricarse a gran escala. No obstante, este tipo de vacunas podrían no ser adecuadas para personas inmunodeprimidas.
En este tipo de vacunas se utiliza un virus inocuo para transportar fragmentos específicos (llamados «proteínas») del agente patógeno de interés con el fin de que estos desencadenen una respuesta inmunitaria sin llegar a causar la enfermedad. A tal efecto, las instrucciones para fabricar fragmentos específicos del agente patógeno de interés se insertan en un virus inocuo. Una vez hecho esto, el virus inocuo sirve como una plataforma o «vector» para introducir la proteína en el organismo. La proteína desencadena la respuesta inmunitaria. La vacuna contra el ébola es una vacuna de vector vírico; este tipo de vacunas puede desarrollarse en poco tiempo.
Método en el que se utiliza una subunidad antigénica
En las vacunas con subunidades antigénicas solamente se utilizan los fragmentos específicos (llamados «subunidades antigénicas») del virus o la bacteria que es indispensable que el sistema inmunitario reconozca. Estas vacunas no contienen el agente patógeno íntegro ni utilizan un virus inocuo como vector. Esas subunidades pueden ser proteínas o azúcares, o una combinación de ambos. Las subunidades pueden proceder directamente del germen o producirse por recombinación mediante ingeniería genética. Dado que las vacunas de subunidades no utilizan bacterias o virus completos, pueden ayudar al organismo a desarrollar protección de forma segura sin provocar la enfermedad.
La mayoría de las vacunas que figuran en el calendario de vacunación infantil son vacunas de subunidades y protegen de enfermedades como la tosferina, el tétanos, la difteria y la meningitis meningocócica.
El método genético (vacuna de ácido nuceico)
Otros ingredientes de una vacuna
Outre les antigènes ou le matériel génétique, les vaccins contiennent également d’autres composants qui garantissent leur innocuité et leur efficacité. Ces composants sont présents dans la plupart des vaccins et sont utilisés depuis des décennies dans des milliards de doses de vaccins.Conservantes
Los conservantes evitan que la vacuna se contamine una vez que se ha abierto el vial en caso de que vaya a utilizarse para vacunar a más de una persona. Algunas vacunas no contienen conservantes porque se presentan en viales de una sola dosis y se desechan tras su administración. El conservante más frecuentemente utilizado es el 2-fenoxietanol. Durante muchos años, se ha utilizado en algunas vacunas, así como en una serie de productos para cuidados pediátricos; además, su uso en vacunas es seguro, ya que su toxicidad en el ser humano es baja.Otro conservante que se utiliza en determinadas vacunas es el tiomersal (en algunos lugares se denomina «timerosal»), que se añade a algunos viales multidosis para que no se contaminen con gérmenes cada vez que se extrae una dosis. El tiomersal contiene etilmercurio, un tipo de mercurio que se elimina rápidamente del organismo. Este conservante se ha utilizado de forma segura durante décadas, y se han realizado estudios en muchos países en los que no se han encontrado pruebas de efectos nocivos. Tampoco existe ninguna relación entre el timerosal y el autismo.
Estabilizantes
Los estabilizantes evitan que se produzcan reacciones químicas dentro de la vacuna e impiden que los componentes de la vacuna se adhieran al vial que la contiene.
Los estabilizantes pueden ser azúcares (lactosa, sacarosa), aminoácidos (glicina), gelatina y proteínas (albúmina humana recombinante, derivada de la levadura).
Surfactantes
Los surfactantes mantienen mezclados todos los componentes de la vacuna de manera homogénea. Evitan la sedimentación y aglutinación de componentes presentes en la vacuna en forma líquida. Los surfactantes también suelen utilizarse en alimentos como el helado.
Trazas residuales
Las trazas residuales son cantidades minúsculas de diversas sustancias utilizadas durante la fabricación o producción de las vacunas que no son principios activos de la vacuna final. Esas sustancias varían dependiendo del proceso de fabricación utilizado y pueden consistir en proteínas de huevo, levaduras o antibióticos. Las trazas residuales presentes en una vacuna se encuentran en cantidades tan pequeñas que deben medirse en partes por millón o partes por mil millones.
Diluyente
Un diluyente es un líquido que se utiliza para diluir una vacuna en la concentración correcta inmediatamente antes de su uso. El diluyente de uso más generalizado es el agua esterilizada.
Adyuvante
Algunas vacunas también contienen adyuvantes. Un adyuvante mejora la respuesta inmunitaria a la vacuna, bien sea reteniendo la vacuna en el lugar de la inyección durante algún tiempo, bien estimulando las células inmunitarias locales.
El adyuvante puede ser una ínfima cantidad de sales de aluminio (como fosfato de aluminio, hidróxido de aluminio o sulfato de potasio y aluminio). El aluminio se utiliza en las vacunas desde hace muchos años. Las cantidades añadidas son muy bajas, mucho menores que las que ingerimos a través de los alimentos y el agua. La suma de todo el aluminio contenido en todas las vacunas administradas durante la infancia es muy inferior a las cantidades que ingiere un niño en su alimentación diaria. Además, hay numerosas pruebas de que el aluminio contenido en las vacunas no causa autismo ni otros problemas de salud a largo plazo.