Un gesto de amor en tierra de lagos y volcanes—Nicaragua
Karla Bethania Ortiz tiene 26 años y vive en la Comarca Bosque de Xiloá, Nicaragua. Karla nunca entendió porqué no fue vacunada cuando era niña. A diferencia de sus amigos, ella no tenía su tarjeta de vacunación.

Un día, Karla ve a una "brigadista" o voluntaria comunitaria de salud pasando cerca de su casa, la persigue y le pide que la vacune. Era la "Jornada de Vacunación", día en que se proveen vacunas a la comunidad sin costo alguno.
Sin embargo, debido a que Karla era menor de edad, necesitaba el consentimiento de sus padres. Karla sabía que su madre, Silvia Elena Ortiz, no creía en la vacunación, pero decide llevar a la trabajadora de la salud a su casa para que le explicara los beneficios de la vacunación a su mamá. Con más información, Silvia aceptó que vacunaran a Karla.
"Me sentí muy orgullosa de recibir mi primera vacuna y mi tarjeta de vacunación", dice Karla.
Ahora, con tres hijos, Karla nunca se pierde la "Jornada de Vacunación del Poder Ciudadano" organizada por el Ministerio de Salud de Nicaragua, la cual cuenta con el apoyo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), para vacunar a las comunidades en áreas de difícil acceso.

Hoy, Karla llevará a su hija de dos meses al Centro de Salud de Xiloá para recibir las vacunas recomendadas por la OMS/OPS. Son las seis de la mañana y Karla se despierta para preparar el desayuno, bañar, y vestir a sus niños para esta ocasión tan especial. Karla y toda la familia salen de su casa a las 8:30 a.m. y caminan hacia la Laguna de Xiloá, donde un bote los recoge para realizar un recorrido de 10 minutos hacia el centro de salud.

En Los Brasiles, horas antes de que la familia de Karla se despierte, la enfermera Maritza Elena Pallaviccini Cruz, de 51 años, se alista para la "Jornada de Vacunación". A pesar de estar relativamente cerca, tarda una hora hasta llegar a su trabajo en el Centro de Salud de Xiloá. Cuando era pequeña, Maritza conoce a dos personas con parálisis debido a la poliomielitis, y decide ser enfermera. Esto fue hace más de 30.
El deseo de Maritza es “que los niños de nuestro país no mueran por una enfermedad prevenible”.

El trayecto al trabajo de la enfermera Maritza no es fácil. Sale de su casa a las 7 a.m. y camina hacia el autobús. Luego toma una moto taxi y camina otro trecho. A veces tiene suerte y un miembro de la comunidad le da un aventón en su carruaje de caballo, lo que le ahorra tiempo. Maritza camina el último tramo por la orilla de la Laguna de Xolotlán y finalmente llega al centro de salud a las 8 a.m.

Los trabajadores de salud y los "brigadistas" se preparan para la “Jornada de Vacunación”. Instalan una pancarta o manta (como se dice en Nicaragua) en la cerca del centro de salud, cuelgan globos, colocan las sillas y arman unos toldos. Un Dj toca música alegre para captar la atención de la comunidad, y hasta sostienen una piñata de un árbol para que los niños se diviertan mientras esperan sus vacunas.

Karla y su familia llegan al centro de salud alrededor de las 9 a.m. Se sientan a esperar su turno debajo de uno de los toldos junto a otros miembros de la comunidad. Cuando llega su turno, la familia se encuentra con la enfermera Maritza, quien ya tiene todo preparado para vacunar a Franeichy.

Maritza administra a la bebé de dos meses cuatro vacunas—la vacuna inactivada contra la poliomielitis (IPV), la vacuna contra el rotavirus, la pentavalente y la neumocócica (PCV13)—que protegen contra ocho enfermedades diferentes.

Después de vacunar a Franeichy, Martiza le recuerda a Karla que la traiga de regreso para la siguiente ronda de vacunas, y le da su primera tarjeta de vacunación.
“Yo siempre vacuno a mis niños, desde que eran pequeños, porque los quiero, porque sé que las vacunas salvan vidas”, dice Karla.

Antes de que la familia se regrese a casa, Maritza se acerca a Silvia, la mamá de Karla, y le pregunta si está al día con sus vacunas. Ella responde en tono bajo "no", y acepta vacunarse. Maritza recibe la vacuna contra el tétanos y la difteria. Si bien Silvia no creía originalmente en las vacunas, según Karla, hoy, ella ya conoce su importancia.

A pesar de que en Nicaragua todos pueden vacunarse durante el año y gratuitamente en los centros de salud locales, el Ministerio de Salud realiza una campaña a gran escala una vez al año. La “Jornada Nacional de Vacunación del Poder Ciudadano” se lleva a cabo en abril y es parte de la Semana de Vacunación en las Américas. Este año, la Región de las Américas de la OMS, la OPS, celebra su 16ª Semana de Vacunación en las Américas. Hasta la fecha, más de 720 millones de personas han sido vacunadas como parte de esta campaña anual.
Seas joven o mayor, la vacunación hace que el mundo sea un lugar más sano para todos, ahora y en el futuro.