Cómo la contaminación del aire está destruyendo nuestra salud

Cómo la contaminación del aire está destruyendo nuestra salud

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Air quality monitoring → Air quality monitoring in low- and middle-income countries needs to be strengthened, especially in areas close to hospitals, schools, and workplaces. Low-cost sensors and other new technologies can expand air quality monitoring and forecasting to areas that are currently underserved. New protocols and standards are needed to guide the effective use and interpretation of data produced by low-cost sensors in citizen science and other applications.
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Según datos de la OMS, el 99% de la población mundial respira aire que supera los límites establecidos en las directrices de la OMS y que contiene altos niveles de contaminantes. Los países más expuestos son los de ingresos bajos y medianos.

La contaminación por partículas finas del aire ambiente o exterior, en las zonas tanto urbanas como rurales, provoca accidentes cerebrovasculares, cardiopatías, cáncer de pulmón y enfermedades respiratorias agudas y crónicas.

Además, unos 2600 millones de personas están expuestas a niveles peligrosos de contaminación del aire en los hogares como consecuencia del uso de combustibles para hacer fuego y alimentar cocinas en que se queman queroseno, biomasa (madera, estiércol animal y desechos agrícolas) o carbón.

 

Primera Conferencia Mundial sobre Contaminación del Aire y Salud

Del 29 de octubre al 1 de noviembre de 2018 se celebró en Ginebra la primera Conferencia Mundial sobre la Contaminación Atmosférica y la Salud (en inglés), organizada por la OMS y sus asociados, con el fin de concienciar sobre este problema creciente para la salud pública, brindar información y recursos sobre los riesgos que entraña y presentar intervenciones para hacerle frente.

Por ejemplo, se habló de la labor de la OMS y de las conclusiones de su Plataforma Mundial sobre la Calidad del Aire y la Salud, en la que investigadores, miembros de la sociedad civil, organismos de las Naciones Unidas y otras instituciones asociadas analizaron datos acerca de este tema. Por ejemplo, se debatió sobre técnicas para conocer mejor las fuentes de la contaminación atmosférica. Actualmente se trabaja para perfeccionar las estimaciones de la calidad del aire combinando datos de diversas redes de vigilancia, modelización atmosférica y teledetección por satélite.

 

Efectos de la contaminación atmosférica en la salud

Hay dos tipos principales de contaminación atmosférica: la del aire exterior y la del aire doméstico o interior. La primera ocasiona graves problemas en todos los países, con independencia del nivel de renta. En cuanto a la contaminación del aire interior, es un importante riesgo que afecta a todas las personas en los países de ingresos bajos, medianos y altos, ya que su fuente, la combustión de combustibles fósiles, es omnipresente. En cuanto a la contaminación del aire en los hogares, su causa principal es el uso de combustibles sólidos (como madera, residuos agrícolas, carbón vegetal, carbón y estiércol) y queroseno en fuegos abiertos y estufas poco eficientes. La mayoría de las personas afectadas son pobres y viven en países de ingresos bajos y medianos.

La exposición al humo del fuego usado para cocinar provoca 3,2 millones de defunciones prematuras al año, la mayoría en países de ingresos medianos y bajos, donde se utilizan a diario combustibles y medios contaminantes, sobre todo para la cocina, la calefacción y el alumbrado. Los más afectados son las mujeres y los niños, ya que suelen pasar más tiempo en lugares interiores. En cuanto a la exposición al aire de exteriores, los países de ingresos medianos y bajos son también los que más la sufren; en estos países ellos ocurren 3,68 millones de muertes prematuras al año, casi ocho veces más que en los países de ingresos altos, donde se producen 0,47 millones de defunciones por esa causa.

Estos son los principales contaminantes:

- partículas sólidas y líquidas: un primer grupo de partículas más grandes comprende las que tienen un diámetro igual o inferior a 10 micras (PM10). Proceden del polen, los rociones marinos y el polvo arrastrado por el viento de la erosión, las zonas agrícolas, las carreteras y las explotaciones mineras. En cuanto a las partículas más finas (PM2,5), pueden provenir de fuentes primarias (como los combustibles usados en centrales eléctricas, las empresas o los vehículos) o secundarias (por ejemplo, las reacciones químicas entre gases). Sesenta de estas partículas tienen la anchura de un cabello humano;

- dióxido de nitrógeno (NO2) procedente del consumo de combustibles en procesos como los utilizados en hornos, estufas de gas, el transporte, la industria y la generación de energía;

- dióxido de azufre, que se emite principalmente al usar combustibles fósiles para la calefacción doméstica, la industria y la generación de electricidad; y

- ozono a nivel del suelo, generado por una reacción química entre gases, como el NO2, por acción de la luz solar.

Las partículas son el contaminante más vigilado en virtud de la legislación y cuyos efectos nocivos para la salud han sido más contrastados, seguidas del dióxido de nitrógeno.

 

 

¿Cómo afecta la contaminación atmosférica a nuestro organismo?

Las partículas PM10 pueden penetrar y alojarse en el interior de los pulmones, causando irritación e inflamación y dañando las paredes de las vías respiratorias. Por lo que respecta a las partículas PM2,5, que son más pequeñas y perjudiciales, pueden atravesar la barrera pulmonar, entrar en el torrente circulatorio y afectar a los principales órganos del cuerpo. Estos contaminantes aumentan el riesgo de sufrir enfermedades cardiacas y respiratorias, así como cáncer de pulmón y accidentes cerebrovasculares.

El ozono es uno de los principales causantes de la aparición y el agravamiento del asma, mientras que el dióxido de nitrógeno y el dióxido de azufre también pueden provocar asma, síntomas bronquiales, inflamación pulmonar y reducción de la función pulmonar.

En 2021, la OMS puso al día las directrices mundiales sobre la calidad del aire, que recomiendan la concentración media anual de PM2,5 de 5 μg/m3 o menos que se recomienda como máximo. En estas directrices se proporcionan pruebas del daño que la contaminación atmosférica inflige a la salud humana, incluso a concentraciones más bajas que lo que se creía hasta ahora. En las directrices actualizadas se ofrecen recomendaciones sobre los niveles de calidad del aire y metas provisionales de reducción de seis de los principales contaminantes del aire. Además, se formulan declaraciones cuantitativas sobre prácticas correctas de gestión de ciertos tipos de partículas, por ejemplo, el carbono negro (carbono elemental), las partículas ultrafinas y las partículas procedentes de tormentas de arena y polvo, respecto de los cuales no se dispone de suficientes datos cuantitativos para establecer niveles en las propias directrices.

La contaminación atmosférica es muy perjudicial para los niños. Se ha calculado que, de los más de 5 millones de defunciones de niños menores de 5 años, 1,7 millones (más del 27%) se debieron a factores ambientales, entre los que la contaminación atmosférica ocupa el primer lugar. Las infecciones de las vías respiratorias bajas son la segunda causa de muerte en ese grupo de edad. En 2022 se calculó que cada año fallecen prematuramente 442 000 niños menores de 5 años por respirar aire contaminado. Los datos revelan también que la exposición de las embarazadas a la contaminación atmosférica podría reducir el peso de los recién nacidos, y cada vez son más las pruebas que relacionan este tipo de contaminación con el cáncer y las enfermedades metabólicas y del neurodesarrollo en los niños.

Además de afectar a nuestra salud, los contaminantes del aire causan daños medioambientales a largo plazo al favorecer el calentamiento del clima, que constituye una grave amenaza para la salud y el bienestar. 

Ya en 2018, el Grupo Intergubernamental de Expertos de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático advirtió que se debe dejar de usar carbón para obtener electricidad antes de 2050 para limitar el aumento del calentamiento global a 1,5 °C. De lo contrario, es posible que ocurra una gran crisis climática en tan solo 20 años.

Hay soluciones asequibles para reducir las emisiones de los sectores de la energía, el transporte, la gestión de los desechos, la vivienda y la industria. Además, suelen conllevar otros beneficios, como la reducción del tráfico y el ruido, el aumento de la actividad física y un mejor uso del suelo, todo lo cual contribuye a mejorar la salud y el bienestar. La OMS también ayuda a las ciudades mediante datos y herramientas y mejorando su capacidad para seleccionar y aplicar políticas saludables y no contaminantes a nivel municipal y para hacer un seguimiento de ellas. La mejora de la calidad del aire nos beneficiará a todos, en todas partes.

 

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