Declaración sobre la situación en el Yemen

27 de mayo de 2015
Declaración

El conflicto en el Yemen está entrando en su décima semana y el número de muertos y heridos sigue aumentando. Como siempre ocurre en un conflicto, son los civiles inocentes quienes pagan el precio más alto. Casi 2000 personas han muerto y 8000 han resultado heridas hasta la fecha, entre ellas cientos de mujeres y niños.

Los refugios que albergan a los desplazados internos están repletos de historias de pérdida y supervivencia. Malak, de 6 años de edad, perdió a su madre y vio a otras personas morir mientras huía de los combates junto a su familia. Fathiya, de 65 años, perdió a 13 miembros de su familia y ahora es la única persona que cuida de tres nietos que sobrevivieron.

Casi 8,6 millones de personas necesitan urgentemente ayuda médica. Durante el alto el fuego de 5 días declarado al inicio de este mes, diversos asociados en pro de la salud pudieron enviar al país casi 48 toneladas de medicamentos con los que se ayudó a unas 400000 personas. Esto es del todo insuficiente, y las personas siguen sufriendo no solo por las heridas provocadas por la guerra, sino también por la imposibilidad de obtener tratamientos básicos para las enfermedades más comunes o atención obstétrica en los partos.

A medida que el conflicto continúa, más personas mueren cada día, no solo debido a la violencia, sino también al hecho de que el sistema de salud, que se ha visto gravemente dañado, apenas puede atender las necesidades extraordinarias que conlleva este imparable conflicto violento y ya no puede prestarles los servicios sanitarios que necesitan para sobrevivir. La salud y la vida de millones de personas están en peligro.

Los hospitales de todo el país están cerrando sus salas de operaciones de urgencia y unidades de cuidados intensivos debido a la escasez de personal y de combustible para los generadores. Ya no quedan medicamentos para la diabetes, la hipertensión y el cáncer. El Programa Nacional contra la Tuberculosis se ha interrumpido en algunas zonas, y se están propagando varias enfermedades infecciosas como el paludismo o el dengue. También hay un grave riesgo de brotes de poliomielitis y sarampión.

Durante el conflicto se han producido violaciones generalizadas del derecho internacional humanitario y de las convenciones de Ginebra relativas a la protección de los establecimientos y el personal sanitarios y de los pacientes. La infraestructura sanitaria sigue siendo objeto de agresiones: se han notificado ataques contra hospitales y ambulancias, un almacén de productos médicos, una planta de producción de oxígeno y un centro de transfusión de sangre. Algunos trabajadores sanitarios han muerto intentando salvar vidas y otros más han resultado heridos.

Esta innecesaria pérdida de vidas inocentes no puede continuar. El sistema de salud debe poder funcionar sin los obstáculos que plantea la inseguridad. Todas las partes deben cumplir las obligaciones contraídas en virtud del derecho internacional humanitario de proteger a los civiles, los establecimientos de salud y el personal sanitario durante el conflicto y permitir el suministro de ayuda humanitaria vital, como medicamentos, vacunas y equipo médico, a las zonas en las que sean más necesarios, así como garantizar el derecho a la atención vital de la salud que tan urgentemente se necesita.